Historia

Un relato de cinco siglos sobre el capitán que soñaba con el estrecho 

El próximo año se cumplirán 500 años de la llegada de Fernando de Magallanes a la bahía de San Julián. Allí donde se realizó la primera misa católica del territorio de América del Sur. Una historia que quiere recrear al explorador portugués en su travesía. Aquel que descubrió un pasaje marítimo en el extremo sur y posibilitó la primera vuelta al mundo. 

  • 01/10/2019 • 15:33
Mapa del viaje a Magallanes.
Mapa del viaje a Magallanes.

“Magallanes es una figura un poco olvidada de la región patagónica, porque es quien da nombre a la región y, hasta ese momento, nadie lo dejó escrito como él”, señala a NOS la Lic. Teresa Manna, quien junto a la Prof. María Teresa Maffei, retomaron algunos relatos sobre la expedición que realizó hace 500 años el navegante portugués, Fernando de Magallanes. Un viaje que lo llevó a desembarcar en el más extremo sur y a encontrar el famoso estrecho que permitió el paso por el oeste para las especies de Europa.

El último 10 de agosto se cumplieron 500 años de la salida de Magallanes desde Sevilla. Aquella travesía que emprendió con 5 navíos, queriendo encontrarse con el paso de las Islas Molucas (conocidas como Islas de las Especies).

“Buscaban un paso porque el camino por el oeste, ya que estaba minado por los turcos otomanos que cobraban mucho peaje y las especies, que eran imprescindibles para Europa, les costaban 50 veces más”, recuerda Teresa, quien señala que “las especies eran imprescindibles en una Europa del Medioevo que se había cerrado, siendo que la Europa más antigua era más abierta”.

Manna y Maffei emprenden viaje junto a Magallanes en un relato corto que retrata el contexto comercial que impulsa el viaje, las condiciones de la Realeza, los roces entre tripulantes, desembarco en tierras del sur y su encuentro con aquel estrecho cruce que unía dos océanos. Una travesía extraordinaria y desconocida que invita a leer y vincularse con los viajantes de hace 5 siglos.  

UN OCÉANO DE DISTANCIA

Los buques de la Flota de las Molucas acarreaban provisiones para subsistir un trayecto de hasta dos años de duración. Desde el muelle de las Mulas en Sevilla, el 10 de agosto de 1519 las cinco embarcaciones anunciaron su partida y navegaron por el Guadalquivir hacia el puerto de San Lúcar de Barrameda. Cuatro naos, la Trinidad en la que viajaría Magallanes, la San Antonio que llevaba la mayor cantidad de provisiones, la Concepción, la Victoria y la Santiago que era una carabela. La expedición zarpó finalmente, hacia el Atlántico, con sus capitanes a bordo, el 20 de setiembre de 1519.

En noviembre de ese año los navegantes llegaron a América y ya en diciembre Magallanes ordenó anclar en la bahía de Río de Janeiro. A  comienzos de 1520 los exploradores llegaron al Río de la Plata, el lugar más austral registrado por expediciones españolas anteriores como la de Juan Díaz de Solís realizada en 1516. Desde allí navegaron hacia el sur y en cada recodo de la costa argentina orientado hacia el oeste, exploraron exhaustivamente con la expectativa de encontrar el paso interoceánico. Las frustraciones agravaban las dificultades de navegación y el descontento de la tripulación.

Por fin, el 31 de marzo Magallanes decide invernar en un golfo protegido al que denominó San Julián.

De este relato, Teresa nos remarca que españoles y portugueses “tienen un conflicto durante toda la travesía porque tienen otra formación”. “Magallanes nunca le dice a la otra embarcación lo que él quiere y ahí comienza el conflicto”, especifica la Licenciada en Historia, sobre los problemas que surgían y marcaban diferencias entre los viajantes. 

SANGRE Y SANTIDAD

El Domingo de Ramos, se celebró misa por primera vez en territorio argentino, tal como lo asentó Pigafetta:"El 1°de abril, del año1520 fue dispuesta la misa, a la que acudió Magallanes con toda la gente disponible; Fray Pedro de Valderrama, auxiliado por el clérigo Pedro Sánchez de La Reina ofició la misa, en un improvisado altar, lo siguieron con devoto recogimiento. Finalizada la misa, Magallanes comulgó, (…), e iba preocupado por lo que podría ocurrir..." Su preocupación se debía a la sospecha de un amotinamiento que se produjo al día siguiente. Los oficiales insurrectos exigieron el regreso a España y mejoras en la alimentación severamente racionada hasta entonces. Con astucia militar Magallanes logró desarticular la sublevación y reducir a los rebeldes a su propia “inquisición”. Fueron condenados a muerte 44 tripulantes. Y, si bien la sentencia no se cumplió en su totalidad, el capitán fue inflexible al someter a dos oficiales a torturas y al castigar a dos más con el abandono cuando, seis meses después, se produjo la partida de la flota. San Julián fue el escenario de la contradicción humana sometida al rigor más profundo.

Teresa señala que se trata de la primera misa católica que en tierras sudamericanas. Da cuenta que “Magallanes invita a los españoles ante las diferencias y rispideces, pero no va nadie, solo participan de la misa él con sus tripulantes españoles”.

Aquella sublevación, entiende que se trató de “el enfrentamiento de dos visiones de las cosas” y los dos tripulantes abandonados se los deja con unas espadas y unas galletas. “Nunca mas se sabe de ellos”, advierte la Licenciada.   

Durante esos meses en San Julián realizan viajes por la zona y hacia el sur ante la escasez de comida y el deterioro de los tripulantes. Allí una de las naves, la Santiago, resultó destrozada por la tempestad. La tripulación aumentaba su enojo ante las condiciones de supervivencia. Esos meses en San Julián extremaron las tensiones.

Desde el enfrentamiento del motín hasta la pérdida del buque Santiago; desde las violentas tormentas hasta la sobrevivencia con costos de vidas humanas; desde el deterioro de las relaciones con los nativos hasta la preocupación por el modo en que el capitán ejercía su autoridad. Finalmente, el 24 de agosto de 1520 dejaron San Julián abandonando en tierra a los amotinados Juan de Cartagena y al sacerdote Sánchez de la Reina.

DONDE LOS RIOS SE FUNDEN

“Lo que nunca nadie entendió de este continente americano tan extenso, es que sus únicos pasos naturales están en el extremo sur, con el estrecho de Magallanes y el pasaje de Drake”, manifiesta Teresa Manna. 

Más tarde, rememora que entre el 21 de octubre y el 27 de noviembre de 1520  encontraron ese camino tan buscado: el “Estrecho de Todos los Santos”, denominado Estrecho de Magallanes, algo que resultó no ser nada fácil. Son cuatro naves, de las cuales Magallanes envió dos para que vayan supervisando las costas y dos que vayan por el medio avanzando. 

“Pero mientras estábamos en esta incertidumbre sobre su suerte, los vimos venir hacia nosotros, singlando a toda vela y con los pabellones desplegados, y cuando estuvieron más cerca tiraron bombardazos y prorrumpieron en exclamaciones de júbilo” dejó asentado Pigafetta.

Habían descubierto el paso interoceánico y lo sabían. Las naves pusieron proa hacia el oeste para navegar los más de 500 kilómetros que comunican los océanos a lo largo del estrecho y para dejarse magnetizar por un paisaje extraño e imponente: bruma, estructuras de hielo desprendidas, noches muy cortas, tormentas de vientos, todo ello en un laberinto cuya sinuosidad permitía vislumbrar tanto fugaces apariciones cósmicas como fantasmagóricas fogatas.

LARGO VIAJE A LA MUERTE

La licenciada en Historia reconstruye aquel momento, donde se reúnen las naves y una de ellas que llevaba casi todas las provisiones deciden sublevarse y retornar por el Atlántico hacia Sevilla, donde llegaron en abril de 1521.

Magallanes, resignado, y con sólo 3 barcos y 200 hombres, avistó el Pacífico después de más de 30 días de navegación por el laberinto patagónico.

Encarar el Pacífico luego de atravesar el estrecho, fue un punto de partida en desgaste. Existía gran deterioro de tripulantes y barcos, había escasez de alimentos y también recelos producidos por la disparidad de criterios acerca de la ocasión para regresar a España. Internarse en el Pacífico constituyó una aventura comparable a transitar por fuera de nuestro sistema solar. Durante 98 días, la inmensidad oceánica atravesada en solitario y la extraordinaria rutina, en hombres cansados y enfermos, acompañó a los expedicionarios hasta avistar nuevamente tierra.

A la altura de la actual Santiago de Chile viraron hacia el oeste-noroeste iniciando una odisea de gran alcance: el supuesto “Mar del Sur”, descubierto por Balboa en 1516, no era tal, sino que era un océano en el que las Molucas no estaban próximas

Según lee Teresa del relato de Pigafetta, son días de sol y poco viento pero donde pasaron mucha hambre. “Llegaron a comer el cuero que envolvía el palo mayor de la nave. Además de eso, padecen el escorbuto por la falta de vitamina C”, explica. 

Magallanes se da cuenta que son las Islas Molucas al reconocer el idioma, siendo que tuvo como esclavo un hombre malayo. En Filipinas trata de descubrir muchas cosas e intenta subordinar a los nativos, logrando someter al vasallaje del monarca español a varios caciques y a sus tribus. Pero en la isla de Mactán, el cacique Lapu Lapu se resistió al acatamiento, tendió una emboscada y terminó con la vida Magallanes.

“Magallanes, obstinado y de un carácter heroico, bajó a enfrentarse”, advierte Teresa, momento donde el navegador portugués pierde la vida. Esto sucedió el 27 de abril de 1921 en la conocida como la “Batalla de Mactan”. De su cuerpo nunca se supo que pasó, si se lo llevó el mar o donde yace.

PASADO Y PRESENTE

La historia del militar, navegante y explorador portugués intenta enaltecerse en este escrito “A 500 años del viaje de Magallanes”, entendiéndolo como una figura muy importante, quien le da entidad en la región patagónica. 

La Lic. Manna y la Prof. Maffei exponen un trabajo necesario para reconstruir un hecho que generó un cambio profundo en el mundo de ayer y hoy. 

Cuando partieron en la expedición, Fernando de Magallanes estaba al mando de 5 naves con 230 tripulantes. Recorrieron por 1084 días los mares y océanos hasta volver a España, en 1522, con una nave y 18 tripulantes al mando del vasco-español, Sebastián El Cano.

La expedición de Magallanes concluyó atravesando tres océanos y surcó las costas de once Estados actuales. Recorrió 46 270 millas marinas (c.85 700 km.). El objetivo inicial era llegar a las islas Molucas en la actual Indonesia, por occidente, pero el resultado fue sorprendente e histórico.

Y el relato concluye así:

Logró concretar por primera vez la circunnavegación de la Tierra confirmando la esfericidad del planeta al comprobar que es posible llegar al este navegando hacia el oeste. Contribuyó a precisar espacialmente las dimensiones y la ubicación de tierras y mares. Descubrió que América es un continente distinto, cuyo paso interoceánico se sitúa en la zona austral. Dio por sentadas las bases de la primera globalización al demostrar la unidad del género humano. Desde entonces, los contactos económicos, culturales y políticos entre Europa, Asia, y América progresaron notablemente. Y si bien la Corona española se afirmó en esta proeza para cambiar las relaciones de poder en el mundo occidental, desde entonces fue inadmisible concebir una parte de aquel sin las otras. Los contactos e influencias se volvieron permanentes e interdependientes. Lugares tan diversos y distantes hicieron UNO al mundo.

La de Magallanes fue una gran aventura. La expedición no sólo se trasladó en el espacio sino también en el tiempo: los que lograron regresar a Sevilla acreditaron una diferencia de 24 horas con sus registros de navegación. Magallanes fue un alterador del orden tradicional ya que su perseverancia ante el rey, su terquedad ante la incertidumbre y su firmeza frente a la rebelión, hicieron posible lo quimérico.

En el plano regional, la expedición magallánica fortaleció la unidad territorial, cultural e histórica de nuestra Patagonia más allá de las fronteras internacionales actuales. La travesía no sólo describió el ambiente natural de la zona, sino que inauguró una denominación identitaria de hombres y suelos. Diversas hipótesis se proponen para determinar el origen del vocablo Patagonia: ya sea una descripción del tamaño de los habitantes del lugar; o una calificación peyorativa relacionada con el bajo valor de la moneda portuguesa llamada pataco o un nombre derivado del personaje Patagón de la novela Primaleón publicada en 1512.

Sea cual sea el motivo del nombre, en Patagonia, las diversidades atlántica y andina fueron puestas en conjunción por primera vez, gracias al encuentro del paso interoceánico por la trascendental expedición de Fernando de Magallanes.